Rediseñando Webs Parte I
Uno de los principales problemas de muchas empresas es generar activos visualmente atractivos (y en la línea de su imagen corporativa) para poder mostrar en la web y de esta manera atraer y/o fidelizar clientes.
Supongamos una empresa dedicada a supervisar y mantener instalaciones eléctricas. Crear material de calidad para la web no tiene por qué resultarles difícil, siempre pueden escribir artículos técnicos. Sin embargo, crear material visualmente atractivo ya sería harina de otro costal. Aunque no hay problema, para eso se ha inventado el microstock… Lamentablemente a la tercera foto de flujos abstractos de energía o guapos ingenier@s con casco (y traje) en una obra que añadan a un artículo de su blog hasta el más pintado se aburrirá, cerrará el navegador web, y pasará a otra cosa.
Por el contrario, para una empresa con un producto eminentemente visual esta tarea debería ser fácil, dado que dispondrá en todo momento de multitud de stock visual para emplear en su comunicación con los clientes. Esto siempre es una ventaja… no?
La respuesta corta es «si», la respuesta larga es «a veces» y la respuesta que se encuentra normalmente es «no».
Las empresas son expertas en su nicho de negocio, y aunque este nicho incluya productos con capacidad visual es muy normal que esta capacidad esté desaprovechada o mal enfocada sobre todo si estamos hablando de un campo tan técnico como la web. Muchas veces no se entiende o no se emplea correctamente las técnicas para atraer clientes suponiendo que su negocio web funciona de la misma manera que uno físico. Otras veces explotar esta capacidad visual está directamente fuera de las capacidades de la empresa, total quien puede esperar que una inmobiliaria o una frutería esté al tanto de si Google ha cambiado sus algoritmos de parseado de contenido para penalizar la CSS-Image Replacement o que demonios es el SEO.
Yo me dedico al diseño web y cada vez que veo un ejemplo de esto siempre me asalta la duda de ponerme en contacto con la empresa y ofrecerles mis servicios o realizar alguna acción unilateral. Con el tiempo he probado varias veces la primera opción y, en general, nunca ha sido bien recibida.
Entiendo que recibir la llamada o correo electrónico de un extraño que se pone a contarte que tu sitio web está subexplotado/mal configurado/construido/configurado mientras estás pensando cómo sacar adelante el último pedido que acaban de hacerte o por qué el proveedor de marras no te ha servido las mercancías a tiempo no resulta muy atractivo. En otras ocasiones, como ya hemos mencionado antes, tenemos firmemente arraigada la idea de que nuestro sitio web funciona como una tienda/oficina física y que una vez creado solo tenemos que esperar a que la gente se pase por ella para atenderla. Y que no importa que tenga 10 años de antigüedad… si existe ya es suficiente.
Esto no es así y con esta serie de artículos espero concienciar a una parte (aunque sea pequeña) de las empresas de por qué rediseñar su sitio web es importante y a veces hasta obligatorio.